Aún recuerdo con gran asombro
cuando un buen amigo
marroquí me envió una foto
por WhatsApp. No podía creer
lo que mis ojos estaban viendo.
Menos aún cuando supe
que aquella piedra de la fotografía
pesaba 64 kilos. Quería
resistirme a imaginar.
La sorpresa se fue haciendo
mayúscula cuando siguieron
enviándome más fotos de
otros fragmentos de masas
que superaban los dos y tres
kilos. Aquello no podía estar
pasando. Porque si efectivamente
era lo que sospechaba,
nos encontrábamos ante algo
que iba a suponer un punto de
inflexión en el valor de aquel
tipo de rocas.
Toda la información recabada
apuntaba a que un enorme hallazgo
de rocas lunares había
sido descubierto apenas unos
kilómetros al norte de Tinduf,
en tierras argelinas.
De inmediato puse en marcha
los recursos necesarios para
conseguir algunos fragmentos
de aquellas rocas y poder estudiarlas en profundidad,
tratando de aclarar las dudas
sobre su naturaleza, y sobre
todo, calmar la duda interior
que se me había generado. Si
efectivamente aquellas rocas
eran lunares, nos encontrábamos
ante uno de los mayores
hallazgos de este tipo de meteoritos,
y el que podría aportarnos
un importante ingreso
económico y material científico
de investigación.
Al poco tiempo algunos fragmentos
llegaron a mis manos,
y ciertamente fue muy emocionante.
Efectivamente podía
corroborar que se trataba de
brechas feldespáticas lunares.
Daba inicio entonces a una carrera
contrarreloj para conseguir
el mayor número posible
de fragmentos antes de que su
precio se disparase y cayeran
sobre el desierto coleccionistas
de todo el mundo.
Pero la necesidad de hacer negocio
de muchos oriundos del
desierto de inmediato llenaron
las redes sociales de imágenes
de éstas rocas que despertaron
ferozmente el interés de
coleccionistas de todo el mundo
que se movilizaron para
conseguir el preciado tesoro.
Por un momento se percibió
un análogo a aquellos inicios
de la carrera espacial por llegar
al satélite, pero en esta
ocasión, los trozos del satélite
se encontraban perdidos en algún
lugar del árido desierto de
Sáhara.
Cientos de kilos fueron recuperados
burlando la vigilancia
de los militares que no tardaron
en dejarse caer por la
zona, después de todo, Argelia
ostenta leyes de protección
del terreno, y de todo lo que se
contiene en él, hasta la misma
arena del desierto.
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