Nada en el Museo Arqueológico de El Cairo hacía presagiar que las reliquias del universal faraón Tutankamon
desvelaría los secretos que conectan el niño-dios con las estrellas. Pero el avance de las ciencias ha permitido
a los técnicos averiguar los secretos ocultos en ellas.
En el año 1922 se producía uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes en el Valle de los Reyes,
en Egipto. El Arqueólogo Howard Carter hallaba en las entrañas de la necrópolis el impresionante tesoro de la
tumba del faraón Tutankamon, último monarca de su familia, que regió en el Antiguo Egipto durante la dinastía
XVIII, entre los años 1334 y 1325 antes de Cristo.
Hijo del faraón Akenatón, accede al trono de su padre con tan solo 8 años, bajo la tutela del Visir Ay, su sucesor
y posiblemente pariente. Falleció con 18 años, y los motivos de su muerte aún son discutidos por los investigadores.
Fue enterrado junto a un fastuoso ajuar-tesoro en la tumba KV-62 del Valle de los Reyes, en Egipto.
La vida del joven Faraón estuvo rodeada de misterios, incluso se mandó hacer para el mismo un pectoral sagrado
que representaba la Cosmología del Antiguo Egipto. La gema central del sagrado amuleto, un escarabajo, tallado
en un vidrio amarillo hallado en las arenas del desierto y que los egipcios creían tener "alguna relación con el cielo".
Años después, análisis de laboratorio desvelaron que esta gema ritual del faraón estaba fabricada en un fragmento
de tectita, un Vidrio Líbico, producido hace más de 28 millones de años, por un evento de impacto, quizás cometario,
que fundió la arena del desierto formando éstos cristales amorfos. Como bien creían los egipcios, esta gema tenía
relación con un fenómeno del cielo, pero... ¿Cómo podían saberlo?
Los vídrios líbicos se hallaron por primera vez en el gran desierto de arena al este de Libia y oeste de Egipto.
Durante años se discutió su origen, y actualmente la petrogénesis más aceptada por la comunidad científica apunta
a un origen de impacto. Si bien la inexistencia de restos de rocas del espacio exterior sustentan la hipótesis de
que el impacto no fue de un asteroide, sino más bien de un cuerpo cometario, compuesto en gran parte de hielo.
En la actualidad, el pectoral del faraón Tutankamon puede observarse en el Museo de Arqueología de El Cairo y es
una de las piezas más apreciadas por los visitantes.
Tutankamon, el faraón de las estrellas, no solo vistió esta gema con "un origen en el cielo", también otros
objetos de su pertenencia personal están íntimamente relacionados con las estrellas, pero eso ya es otra historia que
contar.
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