Desde la más remota antigüedad,
el ser humano ha recibido la visita
de estos cuerpos extraterrestres,
y que debido a la carencia
de medios científicos para su conocimiento
y estudio, le dieron
un sentido religioso, de forma
que muchos de estos hallazgos se
conservaron en templos y fueron
venerados como objetos sagrados.
Plinio el Viejo (23 a 79 d.C.) relata
que Anaxagoras hizo uso
de sus conocimientos astronómicos
para predecir la caída de
una “piedra solar”, y que efectivamente
cayó el día predicho, y
esto ocurrió en Aegos, Potamo,
en el distrito de Tracia hacia el
año 465 a.C. Citamos a Plinio,
y no olvidamos que él ya hizo
un listado de “piedras caídas
del cielo” y que estaban siendo
adoradas en muchos templos de
Historia
la antigüedad, pero en su lista
describía objetos muy variados,
y leemos fósiles, artefactos prehistóricos,
carne, sangre, leche,
lana, ladrillos...
En el año 861 ocurrió que un meteorito
cayó en un monasterio en
Japón, y desde entonces se ha
conservado allí. Ocurrió esto en el
templo sintoísta de Nogata-Shi.
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