Entre los años 2004 y 2020 se han fabricado 94 monedas diferentes en diecisiete países distintos, que tienen en común el haber incorporado en su superficie, normalmente en el reverso, un pequeño fragmento de meteorito, tectita o roca lunar.
Estas monedas están destinadas exclusivamente al mercado del coleccionismo y no tienen la función de circular como medio de intercambio y de pago de bienes y servicios, tal como lo hace la verdadera moneda económica, sino la de satisfacer las aficiones del coleccionista de este tipo de objetos. En este caso confluyen en un mismo elemento dos tipos de coleccionismo aparentemente muy diferentes, la numismática y el coleccionismo de meteoritos.
Se analiza el proceso de aparición y evolución en el tiempo de este tipo de monedas, de las que se han fabricado hasta la fecha más de 120.000 ejemplares, en su mayoría integrados ya en diferentes colecciones privadas o públicas.
El coleccionismo numismático es bastante más antiguo que la investigación numismática, y aunque presumiblemente ya existió desde la Antigüedad Clásica, comienza a estar documentado a partir del Renacimiento (Weiss, 1968; Stahl, 2008).
Una de las colecciones más antiguas conocidas es la formada por el poeta y filósofo Francesco Petrarca (1304-1374), que fue ofrecida al emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico Carlos IV (1347-1379). Otro coleccionista del que poseemos información es el monarca navarro Carlos III apodado “el Noble” (1361-1425), de quien se conserva una detallada relación de las “monedas extranjeras que compró el Rey de Navarra Don Carlos III llamado el Noble, para su diversión en el año 1393” (Archivo General de Navarra, Caj. 60 nº 23) (Heiss, 1893; Pellicer, 2001). Esta afición le venía de joven, y también se conserva otro documento fechado el 14 de noviembre de 1383, en el que su padre Carlos II, apodado “el Malo”, adquiere una espectacular moneda castellana de diez doblas de oro como regalo navideño para su hijo, el futuro Carlos III (Ibáñez, 1996). Esta afición por el coleccionismo numismático por parte del monarca navarro fue transmitida también a su nieto Carlos, Príncipe de Viana (Villaronga, 1975).
Lo que durante varios siglos fue considerado como un “divertimento” de las clases más altas de la sociedad, con la llegada de la Ilustración en el siglo XVIII se convierte en una importante ciencia auxiliar de la Historia -la Numismática-, y comienzan a publicarse los primeros trabajos de investigación sobre esta disciplina,. Incluso en la actualidad se produce una simbiosis entre los tradicionales coleccionistas de monedas (algunos de ellos autores de importantes catálogos numismáticos) y los investigadores académicos vinculados a universidades, museos e instituciones científicas.
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