Recuerdo una tarde de 1995 que estaba en el comedor de mi casa haciendo algo que no me acuerdo y mi madre o mi padre, no recuerdo bien, puso las noticias de las 15h y escuché a José María Carrascal diciendo:
“Se ha descubierto un nuevo planeta, esta vez fuera del Sistema Solar, pero adelanto ya que no está habitado”.
Esta noticia me marcó un antes y un después en la comprensión del origen de los planetas del Sistema Solar. Mis observaciones astronómicas las hacía con otra mentalidad, veía las estrellas como Giordano Bruno las veía estando en vida, como estrellas donde podrían existir mundos como la Tierra girando en torno a ellas y que en alguno de ellos podría haber florecido la vida. Al pobre lo quemaron vivo en la hoguera por tener esas ideas y esos pensamientos, se salían de la doctrina de la Iglesia, sólo existe un mundo y sólo existimos nosotros.
A raíz de esto me surgió la idea de escribir una aventura (libro, historieta, no se como llamarlo) sobre mundos en otras estrellas con civilizaciones y otras formas de vida, como veía en algunas películas o cómics. Hace poco que me encontré en mi baúl de los recuerdos una de ellas y que ahora mismo la tengo preparada para continuar con la historia, en aquel entonces tenía 19 años. Al día siguiente estaba esperando a mi padre a que viniera con el periódico para ver si venían más datos, más información, quería saber más, y así fue.
El planeta se llama 51 Pegasi b, bautizado posteriormente de una manera informal como “Belerofonte”, un héroe de la mitología griega. Se encuentra a 50 años luz en la constelación de Pegaso, en torno a una estrella muy similar al Sol, pero su tamaño es 1,5 veces el de Júpiter y tarda 4 días en orbitarla. Es un mundo caluroso e infernal, pero espectacular.
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