Los Objetos cercanos a La Tierra – asteroides y cometas - (NEOs por su sigla en inglés Near Earth Objects) giran en órbitas muy elípticas y como consecuencia su distancia al Sol cambia mucho en cada periodo de translación. Los planetas giran en órbitas casi circulares por lo que su distancia al Sol varía muy poco a lo largo de un periodo de translación. Es por eso que los NEOs se cruzan con la órbita de La Tierra. Si cruzan la órbita terrestre en un punto exacto de coincidencia entonces el asteroide o cometa puede chocar con ella, formando un cráter de impacto.
Los NEOs pueden chocar con la Tierra y de hecho este tipo de eventos ya ha ocurrido en el pasado geológico muchas veces y volverá a ocurrir en el futuro.
Al chocar un asteroide contra nuestro planeta la energía de movimiento (energía cinética) del asteroide se transforma en la llamada onda de shock. Ella consiste en un pico de altísima presión (desde 100.000 hasta 5 millones de veces la presión atmosférica normal) que se propaga velozmente (a varios kilómetros por segundo) a partir del punto de impacto. Tanto el suelo terrestre como el asteroide que chocó sufren sus efectos. Las energías liberadas son colosales y comparables a las liberadas en detonaciones de armas atómicas.
El objeto cósmico se vaporiza por completo debido al calor generado durante el choque y desaparece así como gas caliente en la atmosfera terrestre por efecto de la onda de shock
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