En la noche del 25 de octubre de 1671, el astrónomo italiano Gian Domenico Cassini vio a Jápeto por primera vez a través de su telescopio, localizando así el que entonces era el segundo satélite de Saturno (Titán había sido detectado en 1655, y las siguiente lunas en descubrirse serían Rea, en 1672, y Dione y Tetis, en 1684).
Ya desde el descubrimiento del satélite se reveló que era sumamente peculiar. El propio Cassini se mostró extrañado tras el hallazgo inicial, después de ver a Jápeto en el lado occidental del planeta, porque cuando la luna recorría su órbita y pasaba al lado oriental, después de unos meses, ya no era visible. Al año siguiente Cassini volvió a intentarlo, pero sucedió exactamente lo mismo. Él y los astrónomos de la época estaban desconcertados. Solo dos décadas después, en 1705, y gracias al empleo de un telescopio de mayores prestaciones por parte de Cassini, permitió a este volver a contemplar (con un brillo dos magnitudes menor), por fin, su luna.
Cassini, como buen astrónomo, tras sus observaciones planteó una hipótesis para tratar de explicar el singular comportamiento visual de Jápeto. Es curioso porque, normalmente, para poder apreciar características superficiales de los satélites externos del sistema solar ha sido necesario esperar a la llegada de sondas espaciales en sus cercanías (más allá de algunas pequeñas manchas que se intuían, más que se veían, en las lunas galileanas, por ejemplo); sin embargo, en Jápeto ya desde su descubrimiento había sobre la mesa la cuestión de su naturaleza, de por qué motivo era visible en un sector de su órbita y en otro no.
Cassini propuso lo siguiente: Jápeto, al igual que nuestra Luna, gira una vez en torno a sí mismo al tiempo que orbita a Saturno, y posee un hemisferio iluminado o brillante, opuesto al avance en el sentido orbital (y que fue el que vio en 1671, cuando la luna estaba alejándose de la Tierra), mientras que el otro, el de avance, es sumamente oscuro (mucho más difícil de ver en el lado oriental, cuando el satélite se aproxima a la Tierra). En palabras más llanas: el hemisferio brillante es visible desde la Tierra cuando Japeto está en el lado occidental de Saturno, y el oscuro cuando está en el lado este.
Esta notable explicación de Cassini la fueron corroborando, en la medida de lo posible, las observaciones posteriores de astrónomos con instrumentos mucho mayores y de mayor calidad. Pero, como sucedía con las otras lunas, aparte de confirmar la hipótesis de Cassini, prácticamente no había nada más que aportar telescópicamente; el satélite era demasiado pequeño y la distancia demasiado grande. Jápeto no era más que un punto de luz, y así seguiría siendo hasta poder enviar sondas espaciales y descubrir nuevos datos de Jápeto. Desde su hallazgo, pasarían más de 200 años antes de que ello fuera posible.
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