Hace menos de 24 meses, China dio un pequeño pero importante paso en su meta de convertirse en una potencia espacial. Por primera vez, el país asiático logró enviar una nave no tripulada al Oceanus Procellarum, una mancha oscura de gran tamaño en la Luna visible a simple vista desde la Tierra. Se cree que esta zona es el lugar donde se encuentran los terrenos más jóvenes de nuestro satélite. La sonda Chang’e 5 aterrizó cerca del monte Rümker, una formación de 70 kilómetros de largo que se eleva más de un kilómetro por encima del horizonte. Con la ayuda de un brazo mecánico, la nave robótica recolectó muestras de la superficie lunar, las envasó y las envió al módulo orbital que estaba en órbita alrededor de la Luna, desde donde las muestras fueron enviadas de vuelta a la Tierra. Todo esto sucedió en el transcurso de un solo día lunar, que equivale a alrededor de 14 días terrestres. Este logro marca un hito significativo en la exploración espacial y la búsqueda de un mayor conocimiento del universo, según los expertos del programa espacial chino.
El examen de esas muestras, las primeras obtenidas en la Luna desde la expedición soviética Lunik 24 en 1976, ha revelado una novedad. China cree haber resuelto uno de los más grandes enigmas sobre la Luna: ¿cuál es el origen del agua que alberga? Es probable que la Luna se haya generado a partir de la colisión de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra hace más de 4.000 millones de años. El impacto produjo que un fragmento de la Tierra se separara y quedara completamente cubierto de roca fundida debido a la intensidad del choque. Las temperaturas deben haber sido tan elevadas que es posible que todo el agua se haya evaporado para siempre. Sin embargo, en los últimos tiempos, varias expediciones robotizadas y telescopios terrestres han confirmado que la Luna todavía mantiene agua. Y no pequeñas cantidades, sino toneladas en forma de hielo. La mayoría se encuentra en las áreas de sombra eterna de los polos, donde la luz del sol nunca llega. Y esas áreas inexploradas, especialmente las del polo sur, se han convertido en los sitios donde las primeras expediciones tripuladas al satélite en más de 50 años aterrizarán. Van allí precisamente porque hay agua, y con ella posible sustento para los colonos y materia prima para el combustible de los cohetes que, en algún momento, podrían llegar hasta Marte.
Suscríbete gratis a METEORITOS
para recibir la revista gratis en PDF en tu mail.