Quienes estamos interesados en las ciencias planetarias, y concretamente en la temática referente a meteoritos y cuerpos menores, hemos vivido con entusiasmo los vericuetos del recientemente descubierto asteroide 2023 CX1. Y sin duda ha sido un acontecimiento sorprendentemente intenso, tanto como que se trataba del séptimo asteroide descubierto pocas horas antes de colisionar contra la atmósfera terrestre, y en su caso, dejar meteoritos sobre suelo europeo.
Los astrónomos habían detectado el paso de este pequeño asteroide cercano a nuestro planeta apenas 7 horas antes de que colisionara contra la atmósfera, y se pudo trazar su trayectoria y posible zona de impacto. Afortunadamente no hubo alarma general, sino más bien entusiasmo ante un evento que se podría ver desde la Tierra, y que podría producir la caída de rocas al suelo, algo que para cualquier coleccionista de meteoritos sin duda era el evento del siglo.
Aún perdura en la memoria el suceso ocurrido con el asteroide 2008 TC3 que en ese mismo año colisionó en el desierto de Nubia, en Sudán, dejando más de diez kilos de meteoritos de tipo ureilita que se convirtieron en auténticos tesoros para los coleccionistas. Los científicos también sacaron una buena tajada, ya que permitió asociar un tipo concreto de meteoritos a una familia de asteroides, al tiempo que permitió refinar la calibración de los espectrómetros para conocer con más profundidad otros asteroides mediante métodos espectroscópicos.
En este caso, la posibilidad de que cayeran meteoritos al suelo era muy elevada, si efectivamente los restos alcanzaban tierra firme, ya que el lugar de caída se estimaba en la zona del Canal de la Mancha.
En los últimos años los sistemas de vigilancia del cielo han evolucionado notablemente y los programas de detección temprana de asteroides cercanos a la Tierra han permitido la identificación de varios de estos cuerpos. En todos ellos había varios nexos en común, por ejemplo, todos tenían tamaños muy reducidos, y en el peor de los casos lo que podrían producir es la caída de apenas unos kilos de rocas al suelo en forma de meteoritos, algún boom sónico y poco más. Otro nexo común es que fueron detectados apenas unas horas previas a su colisión contra el planeta.
Algunos pensarán que detectar un asteroide a pocas horas de la colisión no nos ayudaría mucho en caso de tratarse de un gigantesco asteroide con capacidad de producir un desastre devastador, pero no podemos obviar que en todos los casos, eran cuerpos tan extremadamente reducidos que su detección a mayor tiempo era del todo imposible. Los grandes asteroides se ven venir de lejos.
Y hasta este momento, son ya siete los objetos cercanos a la Tierra que han sido descubiertos previamente a su colisión. En este artículo me gustaría describirles estos asteroides y su historia, que sin duda han sido una extraordinaria aportación a la investigación y al proyecto de defensa planetaria contra este tipo de amenazas.
Desde el origen de nuestro planeta, la colisión de grandes asteroides ha cambiado el curso de la evolución de las especies del mismo, y han contribuido a la remodelación del terreno, aportando a su vez una sugerente cantidad de elementos químicos que han formado minas de gran importancia de recursos necesarios para la tecnología, la medicina, la ingeniería, etc…
Además de esto, no podemos olvidar que los asteroides en rumbo de colisión contra nuestro planeta han jugado un papel fundamental en el desarrollo de las especies que lo habitaron y que lo habitan. ¿Se han preguntado alguna vez qué hubiera ocurrido si no se hubieran extinguido los grandes saurios del mesozoico? Animales gigantescos que evolucionaron y habitaron el planeta durante cientos de millones de años, dominando sobre el mismo como máximos depredadores, con cuya extinción quedaron multitud de nichos naturales vacíos que no tardaron en ser ocupados por otras especies que evolucionaron rápidamente.
Solo de esta manera los mamíferos ocuparon una parte importante de esos nichos, definiendo su evolución y su futuro para los siguientes millones de años. Y de estas especies de mamíferos fue de donde destacó una de ellas, cuya evolución alcanzó su máximo desarrollo en una criatura con capacidad intelectual suficiente como para lograr abandonar el planeta Tierra. El Homo sapiens. Una especie que no necesitó más de 300.000 años en desarrollar a extremos inimaginables su principal órgano, el cerebro. Su más valiosa herramienta que le permitió imponerse ante todos los seres del planeta, crear fronteras, protegerlas y someter al resto de su propia especie, si fuera necesario.
La única especie que estableció leyes de obligado cumplimiento para regular su propio funcionamiento. La única especie capaz de generar recursos para combatir sus enfermedades, tratar sus problemas de salud que a otras especies las llevaría a la tumba, incluso capaz de crear dioses para calmar sus conciencias y a los que someterse en el interés de sentirse bendecidos y protegidos por algo superior a ellos mismos. La única especie capaz de generar rituales complejos, extraordinarios aprendizajes, sorprendentes desarrollos del lenguaje, la ingeniería, la tecnología… nosotros, tú y yo…
Todo esto es muy bonito, tanto como real, pero no quiero desviar la atención del tema principal, los asteroides. La detección de estos cuerpos en el espacio se ha convertido en una labor ardua y necesaria, en aras a proteger la integridad de nuestro planeta y de nosotros mismos ante la eventual colisión de uno de estos cuerpos con capacidad de generar un serio problema a la humanidad. Es Defensa Planetaria, en la que muchos equipos científicos trabajan, y gracias a la cual se han identificado y catalogado miles de millones de asteroides, la mayoría de ellos, afortunadamente, sin riesgo para nuestro planeta.
Pero lo cierto es que los asteroides son cuerpos pequeños, y por lo tanto están sometidos a inesperadas variaciones en sus periodos orbitales por diferentes causas externas, desde las resonancias gravitacionales de otros cuerpos cercanos, hasta colisiones con otros cuerpos que provoquen esa variación orbital, o incluso la propia pérdida de masa que les ocasione similares efectos.
Suscríbete gratis a METEORITOS
Para acceder a todo el contenido del artículo.