El pasado 14 de septiembre el laboratorio de petrografía y curación de meteoritos ADARA, patrocinador de esta revista, recibía, como ya es habitual, un lote de meteoritos desde Mauritania para ser analizados y puestos en venta tras su certificación. Entre ellos, una pequeña roca de apenas 8 gramos que pasaba desapercibida.
El propietario del lote hizo donación al laboratorio de aquel pequeño espécimen, al que en un principio no se le dio prioridad, hasta que una exploración al microscopio binocular reveló una textura sorprendente que hizo que al equipo técnico se le acelerara el pulso.
Aquella pequeña roca no presentaba signos de choque, ni de metamorfismo, ni estaba brechada. Era ígnea con textura subofítica, y presentaba las características burbujas. Parte de la misma estaba cubierta por una erosionada costra de fusión. No había ninguna duda, era una Angrita, y recordaba mucho a algunas recientemente descubiertas, y a la célebre D’Orbigny o Sahara 99555.
El pequeño ejemplar fue catalogado de inmediato, documentado, y se procedió a la extracción del espécimen tipo para llevar a cabo los análisis y la clasificación oficial del mismo en el Meteoritical Bulletin.
Hasta la fecha han sido varias las rocas que parecían tener similitudes a las angritas, llegadas al laboratorio, pero en esta ocasión, no era cuestión de similitudes. Efectivamente se trata de un ejemplar de dicho tipo de meteorito.
Algunos investigadores postulan que la procedencia de las angritas sería algún protoplaneta, o incluso quizás Mercurio, y que su edad de cristalización supera los 4500 millones de años.
Próximamente les seguiremos informando del curso de esta nueva clasificación, ya que supone un hito importante en el laboratorio, al tratarse de uno de los tipos más raros de meteoritos recibidos y analizados, y del que solo se conocen 37 ejemplares, cuatro de ellos hallados en la Antártida.
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