El próximo día 20 de septiembre se cumple año y medio de la aprobación del último meteorito español, MONEGROS. Una pequeña pieza que el geólogo Carlos Auernheimer, catedrático de la Universidad de Alicante, encontró en el desierto aragonés, y que no supo cómo calificar. Ocurría en 1994, y desde entonces, la roca, de 78 gramos, permaneció en su colección personal como una roca curiosa.
Fue después del deceso del investigador, que su descendiente, revisando la colección de ejemplares de su padre, descubrió la pieza, que enseñó al paleontólogo y coleccionista de meteoritos Juan Avilés, de la Universidad de Alicante, quien pudo confirmar que aquella roca largo tiempo guardada, era en realidad un meteorito de tipo condrita.
Saltaron las alarmas, sobre todo porque España es un país donde apenas una treintena de meteoritos han sido oficialmente documentados, sin duda consecuencia de que su suelo no es precisamente apto para buscar meteoritos. Casi es una casualidad llegar a este punto. Y esa casualidad había sucedido. Un nuevo meteorito se perfilaba en el horizonte español, y además, con una masa total extremadamente reducida.
El ejemplar fue trabajado, se extrajo el espécimen tipo de 16 gramos, y se propuso la clasificación oficial a través del investigador Daniel Sheikh, del Departamento de Ciencias Geológicas, de la Universidad del Estado de Florida.
El análisis realizado por el especialista reveló que se trataba de una condrita ordinaria, compuesta de cóndrulos de hasta 0’7 mm dentro de una matriz de polvo fino que contenía feldespato recristalizado, cromita, troilita, kamacita, taenita y óxidos de hierro.
El análisis geoquímico reveló una composición de Olivino (Fa24.7±0.6, variando Fa24.0-26.3, n=32), Low-Ca piroxeno (Fs21.1±0.8Wo1.5±0.4, variando Fs19.7-22.6Wo0.9-2.1, n=28).
Todos los datos analíticos concluían que se trataba de una condrita ordinaria de tipo petrográfico L5, con un grado de choque moderado, S3 y un grado de alteración medio, W2.
El ejemplar fue despiezado, y parte del mismo fue puesto a disposición de coleccionistas de todo el mundo. Un fragmento de 3.45 gramos fue donado a nuestro laboratorio para ser reservado en el repositorio, y otro fragmento más (apenas 0.39 gramos) fue adquirido para aumentar la masa.
A pesar del pequeño tamaño del meteorito, no deja de tener una relevante importancia el hecho de haber sido caído y encontrado en territorio español, lo que lo convierte en un espécimen de especial interés para la ciencia de nuestro país.
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