Cada vez son más las personas que se dedican a buscar meteoritos en el desierto. Lo vemos evidente. Atravesamos un momento muy complicado en el que la economía de muchas naciones se está resintiendo por el tenso peso de la pandemia que ha mermado sus ingresos, y esto se ve duramente reflejado en las familias.
El desarrollo de las redes sociales y la cada vez más accesible información sobre meteoritos ha permitido que gran parte de la sociedad conozca las delicias de estas piedras. Sobre todo en su faceta económica. Y aprovechando la situación de crisis mundial derivada de la pandemia del coronavirus, cada vez son más los buscadores que se afanan en buscar meteoritos en los desiertos y campos de todo el mundo.
Y lo mejor de todo es que los meteoritos aparecen, aunque no con la frecuencia de muchos desearían. Este año 2021 llevamos casi 70 nuevos registros oficiales en las bases de The Meteoritical Society, más los muchos otros que aunque han sido estudiados y certificados, no se han incorporado a estas bases, básicamente porque sus propietarios no han querido invertir dinero en hacerlos oficiales. Todo esto es legítimo, sin embargo, cuando se trata de estas rocas que en ocasiones pueden alcanzar un valor astronómico, la pregunta evidente es ¿clasificar o no clasificar?
En el tema de los meteoritos, como en tantas otras cuestiones científicas, la credibilidad de los hallazgos es fundamental, sobre todo porque los meteoritos además de ser objetos de investigación científica, desde hace unas décadas también se han convertido en valiosos objetos de colección. Y aquí es donde aparece un mercado abierto para estos objetos. Quienes han tenido el privilegio de encontrar o recuperar un meteorito valioso, saben que colocarlo en el mercado requiere de diversas cuestiones, ninguna de ellas complicadas, detalles insignificantes en ocasiones, pero que marcan una notable diferencia en el precio que pueden alcanzar entre los coleccionistas.
La ciencia mira con otra perspectiva a estas rocas que caen del cielo, pero no desdeña de su valor económico, en ocasiones, astronómico. Y aquí es donde juega un papel crucial. Quienes estamos en estrecha relación con los meteoritos y sus procedimientos científicos sabemos que su valor atraviesa varias fases, a medida que avanza su historia de residencia en el planeta, y más concretamente en manos de su poseedor.
Una roca hallada en un desierto no deja de ser una simple roca, por muy evidente que sean sus características, hasta que no se ha analizado y se ha demostrado científicamente su naturaleza. Este proceso de análisis es fundamental, sobre todo porque nuestro planeta también forma parte de este vasto universo formado de rocas. Y por ende, el planeta está lleno de lo que en el argot del coleccionismo dan en llamar “meteowrongs”.
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