Vivimos en un planeta privilegiado. Nos encontramos a una distancia del Sol lo suficientemente
adecuada como mantener una temperatura media de habitabilidad en todo el planeta. Tenemos
agua líquida, un preciado don del que no se puede disfrutar en otros cuerpos del Sistema Solar.
Un magnífico campo magnético que permite la protección del planeta contra radiaciones del
espacio exterior.
Y todo esto es posible, gracias a nuestra atmósfera. Una fina de inviolable capa de gases que cubre
y protege el planeta. Y la importancia de esta capa es tal, que gracias a ella las temperaturas del
globo son las adecuadas, la presión es la idónea para que el agua permanezca líquida, y además, nos
ofrece un poderoso escudo protector contra partículas de rocas y meteoroides procedentes del espacio
interplanetario.
Este escudo es el responsable de que cuando una roca, bien sea fragmento asteroidal, cometario o de
cualquier otro cuerpo mayor, establezca una ruta de colisión contra el planeta, el cuerpo en cuestión
debido al rozamiento y la presión, se desintegre en el mayor de los casos, y podamos disfrutar de la
maravillosa visión de una estrella fugaz.
Lo que desconocíamos hasta ahora, era la cantidad de polvo interplanetario que se deposita sobre la
atmósfera, y que lentamente va cayendo, casi sin rozamiento, sobre la superficie de la Tierra,
contribuyendo al incremento de su masa.

Un reciente estudio publicado el pasado 15 de abril, y llevado a cabo en una remota región del continente Antártico, ha demostrado que sobre la superficie del planeta se deposita, anualmente, hasta 5200 toneladas. Una cantidad muy elevada si tenemos en cuenta que hablamos de polvo, partículas submilimétricas. Por supuesto el estudio marca un margen de error de unas 1500 toneladas.
¿Por qué en la Antártida?
Las condiciones climáticas de la Antártida, junto a la ausencia de contaminación atmosférica, permiten recoger sobre la nieve limpia muestras de extraordinaria calidad, y en cantidad adecuada para llevar a cabo el estudio.
Esto implicaría que la Tierra gana masa anualmente, pero no debemos despreciar el estudio de Científicos de la Universidad de Cambridge, que asegura que nuestro planeta pierde también masa. Y lo hace en la nada despreciable cantidad de 96.600 toneladas anunales, de las cuales, 95.000 toneladas son en forma de hidrógeno, y 1600 en forma de helio.
A pesar de que hablamos de toneladas, la masa es casi inapreciable, teniendo en cuenta el peso de nuestro planeta, que es de unos 5,9 x 10^24 kilos.
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