Parece que fue ayer cuando inauguramos el Museo. Aquel mes de abril de 2014 fue muy especial, la prensa se hizo eco de la noticia, no era para menos.
Era la primera vez que en Canarias se inauguraba una exposición permanente de meteoritos y el hito causó expectación en la sociedad. Después de todo, quienes aprecian el valor de las rocas del espacio y saben de su importancia para la investigación científica, iban a tener la oportunidad de poderlas ver en primera persona.
Los meteoritos llaman mucho la atención, no solo del público en general, sino también de los científicos, y esto queda corroborado en el creciente interés que instituciones americanas y europeas internacionales muestran hacia estas piezas, y que manifiestan su máxima expresión en la regulación y clasificación oficial de las mismas en orden a garantizarlas como un legado para la ciencia del futuro.
Antiguamente caía un meteorito, y poca constancia quedaba del hecho más allá de la experiencia narrada por la población y las noticias de la prensa (aquellos que la generaban, que evidentemente no eran todos). Pero con el avance de las técnicas de análisis modernas, se ha ido refinando el conocimiento de los meteoritos, tanto que ya no hace falta esperar que caigan para disponer de los mismos en el laboratorio, sino que nos permite identificarlos entre rocas de nuestro planeta, y procedentes de caídas ocurridas en el pasado y/o sin testigos.
La ciencia ha avanzado mucho, y en materia de meteoritos no se ha quedado atrás. Pero este avance ha sucedido en ciertas partes del mundo. En Norteamérica los meteoritos son parte de las actividades comerciales de empresas y empresarios, y gracias a ese interés aportan material de investigación valioso a Museos y Universidades.
Lo mismo ha ocurrido en las últimas décadas en Europa. Pero España estaba en la cola. En España las cosas iban de otra manera. Las informaciones sobre meteoritos se circunscribían a unos pocos científicos de renombre, impotentes ante la abrumadora ignorancia por parte de la sociedad que no terminaba de encajar el hecho de que los meteoritos eran importantes.
Y no es porque en España no hayan caído meteoritos. De hecho en los últimos años han proliferado las redes de cámaras para la detección de bólidos y meteoros, y han permitido la localización de algunos de estos restos caídos a Tierra, concretamente en dos eventos de especial importancia, y que son el evento ocurrido el 4 de enero de 2004 en Villalbeto de la Peña (Palencia) y el 10 de mayo de 2007 en Puerto Lápice (Ciudad Real).
Éstos han sido los dos meteoritos que han permitido en los últimos años hacer ciencia de verdad en España, ya que los anteriores aunque se han analizado y estudiado, los anales originales son un legajo de información ininteligible y fraccionada. Afortunadamente el interés en conocerlos más y caracterizarlos adecuadamente ha llevado a los técnicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales a llevar a cabo estudios adecuados sobre las piezas conservadas en la institución nacional.
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