Lo hemos sabido desde el día siguiente al que se registró el evento. El bólido sucedió en la madrugada
del 14 de enero, y su luminosidad superó a la de la luna llena. La trayectoria calculada indicaba que,
de haberse producido fragmentos de meteoritos, éstos habrían caído en Sierra Morena.
Parece ser, según las primeras valoraciones de los expertos, que el bólido sufrió múltiples
fragmentaciones, lo que hubiera permitdo la superviviencia de fragmentos que llegarían al suelo, aunque
su incidencia, casi cenital, hace prácticamente imposible que esto hubiera sucedido. Hoy no se considera
posible la recuperación de meteoritos, y de haberlos, éstos no superarían unos gramos de peso.
El evento fue registrado, entre otros, por detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del
Suroeste de Europa (Red SWEMN) opera en el Complejo Astronómico de La Hita (Toledo), en el marco del
proyecto SMART del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) y liderado por el experto José María Madiedo.
Según el experto, el evento estaría producido al entrar en la atmósfera terrestre una roca a
una velocidad de unos 48 mil kilómetros por hora. La roca procedía de de un asteroide. El evento se inició
a unos 86 kilómetros de altura sobre Ventillas (Ciudad Real), avanzó en dirección Este, y finalizó su fase
luminosa a unos 23 kilómetros en la vertical de Las Tiñosas (Ciudad Real).
Los análisis preliminares indican que parte de este meteoroide habría sobrevivido y cayó en la
región de Sierra Morena, aunque la probabilidad de hallar fragmentos es muy reducida.
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